Una ausencia no es un piano es un poemario sobre la pérdida, el daño y el reencuentro con una misma. Un viaje introspectivo que mira de frente al pasado y reconstruye la identidad sobre unas cenizas aún ardientes, que sirven de base para un nuevo cemento.
Una exploración confesional que no duda en penetrar en la llaga y que, en vez de obsesionarse con las respuestas, plantea más interrogantes a través de los que seguir recorriendo el camino.
Una ausencia no es un piano inspira su título en algunos de los juegos de palabras que Alejandra Pizarnik practica en sus Diarios. La ausencia como punto de partida hacia el pasado, como lugar de origen para alcanzar la explicación del ahora. El piano, como alegoría que representa todo lo que se ha perdido, no es la ausencia, pero se le parece tanto que la evoca y la justifica.