Ángel y su hermano Franco llevan un año en un centro de detención juvenil. Tras un checho violento, surge entre los prisioneros la idea de huír a través de un motín. Ángel desconfía del plan pero, preocupado por la salud de Franco, comienza a verlo como su única salida.

Esta segunda película de la directora de origen mapuche Claudia Huaiquimilla podría caer en los numerosos lugares comunes del subgénero carcerario adolescente, pero no es así. La cineasta prefiere poner el foco en la intimidad de sus protagonistas, ofreciendo un retrato psicológico profundo y realista, que contiene un buen número de contradicciones, momentos de humor y, por supuesto, también de dolor. El resultado es una película humilde pero inteligente y llena de matices, protagonizada por un elenco de adolescentes cuyas interpretaciones son pura autenticidad.