The Velvet Underground siguió adelante después de que el miembro fundador John Cale fuera despedido del grupo en el otoño de 1968. Luego, su compañero y amigo-enemigo Lou Reed se marchó después del lanzamiento de Loaded en 1970. Su reencuentro en el funeral del mentor y mánager de la banda, Andy Warhol, limó sus diferencias durante unos pocos meses, dándoles tiempo a componer unas canciones con las que rendirle homenaje.

Primero grabaron el disco Songs for Drella, donde exploraban la vida, los sueños, las aspiraciones y los miedos de Warhol, a quien llamaban, muy a su pesar, Drella (abreviatura de Drácula y Cinderella), y luego hicieron varios conciertos juntos. Nunca volverían a interpretarlas. El director Edward Lachman pudo capturarlos en unos ensayos, ya que Reed no quería cámaras durante las actuaciones para dar forma a un film en 1990. Perdida durante 30 años, Lachman encontró la película en unas latas en su desván en 2020 cuando su amigo Todd Haynes le preguntó por ella cuando preparaba el rodaje del documental The Velvet Underground (2021). Gracias a ello, ahora por fin se puede ver aquel momento irrepetible en las trayectorias de los dos músicos.

Todo se trata de la memoria y la recuperación, en un sentido literal. Las canciones en sí mismas, mostradas con austeridad en toda su brillantez, son algunos de los elogios más honestos de la historia del rock, capturando distintas facetas de Warhol, no todas agradables. Cale y Reed las desgranan cambiando de perspectiva cuando toca, para despedirse de una figura insustituible en sus vidas a la que admiraron y amaron en un momento dado. No hay lágrimas, por supuesto: ambos permanecen estoicos, controlados y tensos a lo largo de esta actuación cargada de chipas. Se miran a los ojos para asegurarse de que están literalmente sincronizados, pero en ningún momento dejan traslucir dolor compartido, amistad ni nada remotamente parecido.

Texto de Xavier Valiño