La primera colaboración entre Roberto Rossellini e Ingrid Bergman es un retrato devastador de la crisis existencial de una mujer, con el telón de fondo de una hermosa e imponente isla volcánica. Después de la Segunda Guerra Mundial, una refugiada lituana (Bergman) se casa con un pescador italiano (Mario Vitale) que encuentra en un campo de prisioneros de guerra y lo acompaña de vuelta a su aldea en una isla frente a la costa de Sicilia. Aislada del mundo y emocionalmente en ruinas pero destinada a una epifanía dramática. Haciendo equilibrios entre el neorrealismo marca de la casa del director —ejemplificado aquí en una notable representación de la vida y trabajo de los pescadores— y un profundo y sentido melodrama, Stromboli es toda una revelación.