Todo en el aire. Poesía 1995-2005.
La Editora Regional de Extremadura tiene el placer de presentarles Todo en el aire. Poesía 1995-2005 del poeta pacense Antonio Méndez Rubio.
Si el trabajo ensayístico de Antonio Méndez Rubio implica una amplia investigación de los modos de abordar la realidad, su escritura de poeta podría inscribirse en la llamada "poética de la sustracción", como acierta a señalar Miguel Casado en su prólogo, que distingue en la obra de Méndez Rubio dos movimientos sucesivos, pero no contrarios: en el primero encajarían los libros El fin del mundo y Un lugar que no existe; en el segundo, Trasluz y Por más señas.
En esos dos primeros títulos citados estarían muy presente el paisaje, la naturaleza en general, pero lejos de una "apariencia" que pudiéramos llamar completamente real. Por un lado, la selección de parajes realizada conduce a amplios espacios vacíos -playa, desierto, mar...-, a meteoros muy reiterados -niebla, lluvia, nieve, viento- que tienden a volver borrosa o inestable la imagen, o a nombres dispersos y genéricos, muy lejanos del barthesiano "efecto de realidad" instalado en el detalle concreto: el agua, los juncos, las yedras, el silencio del arroyo... Por otro, este tipo de elementos, así concebido, confluye en una vaga sensación de espacio simbólico, "pues cada uno, tan sin cuerpo, parece siempre al borde de significar otra cosa que sí mismo: una emoción o un pensamiento, al borde de ser sentido como un momento mental: una pregunta o una definición".
En los dos siguientes títulos (Trasluz, Por más señas) todo el análisis de los dos primeros libros está asumido, latente; se trata sólo de que los poemas busquen: vías hacia dentro, a lo más profundo del problema; vías hacia fuera, que salgan de él. Unas frases del volumen de ensayos de Méndez Rubio Poesía sin mundo sirven como punto de partida: "Donde el mundo avanza y se reproduce sin poesía, ésta aprende a ofrecerse como poesía sin mundo. (...) No debería sorprendernos si la poesía, expulsada del mundo de la imagen y la publicidad, de la imagen del mundo, encuentra un nuevo impulso concreto en el aprendizaje de la oscuridad y de la ceguera". Como insiste Casado, "se enlaza aquí con una tradición intermitente y sumergida que ha hecho del rechazo de lo visible su raíz nutricia, su vía de confrontación con lo real, su nudo de resistencia frente a la presión social de los códigos".
La poesía de Méndez Rubio se resiste a un tramado narrativo, a cuajar un discurso; pero se alimenta de otra clase de tensiones que impulsan a seguir leyendo. Entre ellas se cuentan la tensión del diálogo, la huella de otros que hablaron antes o a los que se dirigirían las palabras del poema si pudieran hacerlo; la necesidad, la demanda de un diálogo. Es también la tensión de un razonamiento, la que empuja a construir pensamiento, la que lo desea ardientemente aunque no llegue nunca a formularlo entero, terminado. Y es, claro, "una tensión crítica", la que se mueve teniendo siempre presente lo que rechaza, aquello en lo que no quiere convertirse. A este nudo de tensiones, complejo y abstracto, sin el espesor de la materia pero con la densidad de la energía, lo llama el poeta a veces silencio, a veces acción, a veces incluso ambas cosas juntas: "Hacer silencio. Traducir las palabras a una acción que no sabe su nombre y que está ahí".
Si el trabajo ensayístico de Antonio Méndez Rubio implica una amplia investigación de los modos de abordar la realidad, su escritura de poeta podría inscribirse en la llamada "poética de la sustracción", como acierta a señalar Miguel Casado en su prólogo, que distingue en la obra de Méndez Rubio dos movimientos sucesivos, pero no contrarios: en el primero encajarían los libros El fin del mundo y Un lugar que no existe; en el segundo, Trasluz y Por más señas.
En esos dos primeros títulos citados estarían muy presente el paisaje, la naturaleza en general, pero lejos de una "apariencia" que pudiéramos llamar completamente real. Por un lado, la selección de parajes realizada conduce a amplios espacios vacíos -playa, desierto, mar...-, a meteoros muy reiterados -niebla, lluvia, nieve, viento- que tienden a volver borrosa o inestable la imagen, o a nombres dispersos y genéricos, muy lejanos del barthesiano "efecto de realidad" instalado en el detalle concreto: el agua, los juncos, las yedras, el silencio del arroyo... Por otro, este tipo de elementos, así concebido, confluye en una vaga sensación de espacio simbólico, "pues cada uno, tan sin cuerpo, parece siempre al borde de significar otra cosa que sí mismo: una emoción o un pensamiento, al borde de ser sentido como un momento mental: una pregunta o una definición".
En los dos siguientes títulos (Trasluz, Por más señas) todo el análisis de los dos primeros libros está asumido, latente; se trata sólo de que los poemas busquen: vías hacia dentro, a lo más profundo del problema; vías hacia fuera, que salgan de él. Unas frases del volumen de ensayos de Méndez Rubio Poesía sin mundo sirven como punto de partida: "Donde el mundo avanza y se reproduce sin poesía, ésta aprende a ofrecerse como poesía sin mundo. (...) No debería sorprendernos si la poesía, expulsada del mundo de la imagen y la publicidad, de la imagen del mundo, encuentra un nuevo impulso concreto en el aprendizaje de la oscuridad y de la ceguera". Como insiste Casado, "se enlaza aquí con una tradición intermitente y sumergida que ha hecho del rechazo de lo visible su raíz nutricia, su vía de confrontación con lo real, su nudo de resistencia frente a la presión social de los códigos".
La poesía de Méndez Rubio se resiste a un tramado narrativo, a cuajar un discurso; pero se alimenta de otra clase de tensiones que impulsan a seguir leyendo. Entre ellas se cuentan la tensión del diálogo, la huella de otros que hablaron antes o a los que se dirigirían las palabras del poema si pudieran hacerlo; la necesidad, la demanda de un diálogo. Es también la tensión de un razonamiento, la que empuja a construir pensamiento, la que lo desea ardientemente aunque no llegue nunca a formularlo entero, terminado. Y es, claro, "una tensión crítica", la que se mueve teniendo siempre presente lo que rechaza, aquello en lo que no quiere convertirse. A este nudo de tensiones, complejo y abstracto, sin el espesor de la materia pero con la densidad de la energía, lo llama el poeta a veces silencio, a veces acción, a veces incluso ambas cosas juntas: "Hacer silencio. Traducir las palabras a una acción que no sabe su nombre y que está ahí".
- Editorial: Editora Regional de Extremadura |
- Páginas: 291 |
- Dimensiones: 200x140 |
- Idioma: Gallego |
- ISBN: 978-84-9852-079-8 |