Pintar la muerte
En los museos siempre suelo buscar retratos post mortem, un género de larga tradición en la historia del arte. Esa mirada mórbida al fallecido para preservar su imagen a través de la pintura, la fotografía o la creación de máscaras funerarias tomadas directamente del rostro muerto con un molde de escayola, me horroriza y atrae a la vez. Me llama poderosamente la atención ese interés por fijar esa visión de una persona justamente cuando deja de serlo, cuando ya no está.
Durante la última noche de mi padre, que pasé sentado a su lado en un hospital, en esas horas de silencio y de sombras, me venían a la memoria muchas de las pinturas que había visto y estudiado durante años. Me reconfortaba recordar iconografías de muerte y de transitoriedad, me ayudaban a despedirme de él. Buscaba en lo que conocía el entendimiento y el consuelo ante el proceso doloroso de la pérdida.
José A. Ortiz es doctor en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona donde también cursó su licenciatura y el Máster Oficial en Gestión del Patrimonio Cultural. Su campo de investigación es el de la cultura visual de la muerte y de las enfermedades entre los siglos XVI y XIX. Ha participado en numerosos congresos y publicaciones de carácter nacional e internacional, y dedica parte importante de su tiempo a dar conferencias sobre historia del arte y a las visitas guiadas en museos. Ha participado en los proyectos Artistas al servicio de la Muerte (2019) y Espacios Funerarios: arte, arquitectura y herencia (2021) organizados por la Universidad de Barcelona y financiados por el Ayuntamiento de Barcelona. Ejerce de profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona, de asesor en gestión cultural y de Guía Oficial de Turismo habilitado por la Generalitat de Catalunya.
- Editorial: Temporal |
- Páginas: 120 |
- Dimensiones: 130x210 |
- Idioma: castelán |
- ISBN: 978-84-121933-6-7 |