LA BALADA DE LA MANO DE ORO
El tiempo se detuvo mientras el joven Alan Ruxton miraba la espalda de John Clock con la boca abierta. No era como las espaldas de los demás hombres, que parecían más bien sacos de maíz. Cuando Clock agarró con fuerza la soga que lo retenía, decenas de músculos se acomodaron bajo su piel brillante por el sudor.
Alan recordó súbitamente la tarde en que el tío Richy se presentó en el rancho con un kiowa viejo como el sol. El indio se metió en la fresquera con un saco vacío y el tío Richy se puso a contar en voz alta mientras padre limpiaba el rifle como si aquello no fuese con él. Había contado hasta sesenta y tres cuando el indio salió de la fresquera y arrojó el saco delante del porche. En su interior se revolvían cuatro serpientes. Parecía que fueran cien, pero cuatro fueron los dedos que el indio levantó orgulloso.
La espalda de John Clock palpitaba como aquel saco lleno de serpientes y todos los ojos de New Creek la miraban sin pestañear. El tiempo volvió a correr cuando el látigo restalló sobre ella.
Alan recordó súbitamente la tarde en que el tío Richy se presentó en el rancho con un kiowa viejo como el sol. El indio se metió en la fresquera con un saco vacío y el tío Richy se puso a contar en voz alta mientras padre limpiaba el rifle como si aquello no fuese con él. Había contado hasta sesenta y tres cuando el indio salió de la fresquera y arrojó el saco delante del porche. En su interior se revolvían cuatro serpientes. Parecía que fueran cien, pero cuatro fueron los dedos que el indio levantó orgulloso.
La espalda de John Clock palpitaba como aquel saco lleno de serpientes y todos los ojos de New Creek la miraban sin pestañear. El tiempo volvió a correr cuando el látigo restalló sobre ella.
- Editorial: *niños gratis |
- Idioma: castelán |
- ISBN: 978-84-129059-0-8 |