Historia del cine chino
Siendo la industria del cine chino una de las más importantes en la actualidad, aún es una gran desconocida en nuestro país. Salvo nombres como Zhang Yimou o Jia Zhangke, poco se sabe de un cine que siempre ha colmado los sueños de sus espectadores, desde la glamurosa industria de Shanghai de los años 30 hasta el periodo de ocupación japonesa, desde la instauración de la República Popular en 1949 hasta la apertura de los años 80 pasando por el tormentoso periodo de la Revolución Cultural. Un cine que comprende géneros autóctonos como el de artes marciales (wuxia) y el de la Ópera de Beijing, y que compite desde siempre con las industrias extranjeras produciendo cintas bélicas y de espías, melodramas familiares y comedias románticas. Este libro supone el primer recorrido pormenorizado publicado en España de una historia apasionante, a través de aquellos títulos que, ya sea porque forman parte de la memoria sentimental de generaciones de chinos, o por su calidad artística indiscutible, merecen un lugar en el canon universal.
Pocos saben que los hermanos Wan realizaron en 1941 el primer largometraje animado producido en Asia, precedente del anime japonés. Cuando Ruan Lingyu, gran estrella del cine mudo, se suicidó, cien mil personas siguieron su cortejo fúnebre por las calles de Shanghai. El New York Times lo llamaría «el funeral más espectacular del siglo». La cuarta esposa de Mao Tse-Tung, Jiang Qing, había hecho sus pinitos apareciendo como secundaria en algunas cintas de los años 30. Se dice que, cuando lideró la Revolución Cultural, castigó a los miembros de aquella industria como venganza por no haberla convertido en una estrella, su sueño de juventud. Cineastas como Xie Jin, que debutarían con la República Popular, crearían un cine que, paradójicamente, recogía influencias del melodrama hollywoodiense. Son algunas de las muchas historias que incluye esta imprescindible obra sobre una cinematografía en ascenso.
Pocos saben que los hermanos Wan realizaron en 1941 el primer largometraje animado producido en Asia, precedente del anime japonés. Cuando Ruan Lingyu, gran estrella del cine mudo, se suicidó, cien mil personas siguieron su cortejo fúnebre por las calles de Shanghai. El New York Times lo llamaría «el funeral más espectacular del siglo». La cuarta esposa de Mao Tse-Tung, Jiang Qing, había hecho sus pinitos apareciendo como secundaria en algunas cintas de los años 30. Se dice que, cuando lideró la Revolución Cultural, castigó a los miembros de aquella industria como venganza por no haberla convertido en una estrella, su sueño de juventud. Cineastas como Xie Jin, que debutarían con la República Popular, crearían un cine que, paradójicamente, recogía influencias del melodrama hollywoodiense. Son algunas de las muchas historias que incluye esta imprescindible obra sobre una cinematografía en ascenso.
- Editorial: Almuzara |
- Páginas: 384 |
- Dimensiones: 150x240 |
- Idioma: castelán |
- ISBN: 978-84-17418-45-8 |